La desconfianza genera intrigas y las intrigas dividen y debilitan. La desconfianza te debilita y te aísla, terminas desconfiando de todos. Entonces el verdadero mal te lo haces a vos y no a los otros. Los otros te dejan solo, ya que al no confiar en nadie, la gente se cansa de que no entiendas que no te va a fallar y solo sos más débil, y ahí sí te pueden atacar porque sos vulnerable. La desconfianza nos recluye, nos hace perder afectos y nos deja a la deriva. A la deriva estás y si no confías no te relacionas y ahí sí, solo sos muy frágil y solitario.
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